Ir al contenido principal

Fragmento de Los seres felices de Marcos Giralt Torrente

ue espectáculo conmovedor el de un cuerpo cediendo ante una caricia. Me sorprende la inmediatez con la que una caricia persuade. Ahí donde las palabras fracasan basta con un roce de la piel para obtener el resultado perseguido. Una caricia significa lo que es, busca una emoción inmediata, y pocas veces se presta a ser malinterpretada... Sin embargo, que tremendo daño entraña ese poder para quién recibe la caricia y no sabe lo fácil que es mentir con ellas, qué cruel si los actos posteriores no acompañan la calidez que la caricia inicia. No es lo mismo acariciar para restablecer la confianza o recuperar al otro, que acariciar como un consuelo que no tardaremos en traicionar. Asi acarician algunas personas, para consolar momentáneamente de una injusticia y para consolarse a sí mismos del pesar de no haber sabido atajarla... 

Marcos Giralt Torrente

Comentarios

  1. He leido el libro y publiqué este fragmento hace poco en mi blog, hemos coincidido en la elección. Es un buen fragmento que hace reflexionar

    Besos

    ResponderEliminar
  2. Hola pluvisca , ese fragmento te lo copié pues me gusto muchisimo , pero no llegué a pedirte permiso , por lo que deseo pedirte perdon.
    Desde hace un tiempo estoy sufriendo de una depresión y no tengo la cabeza muy en orden , espero que no te haya molestado.
    Como te dije , tu blog me resultó precioso , hasta la plantilla que utilizastes le diste un soplo de aire puro. Un beso y un hasta pronto.

    ResponderEliminar
  3. No pasa nada Ana, si te gustó ya está.

    Siento lo de la depresión, se de que va y se pasa muy, muy mal.

    Puedes coger lo que quieras e mi blog y si te acuerdas comentas la fuente y ya está.

    Ya sabes donde estoy, si quieres hblar me lo dices y hablamos por email o messenger

    Un abrazo

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Con uno de mis dedos

Con uno de mis dedos, rozo tus labios, dibujar tu boca intento. Cerrando los ojos te pienso siguiendo la línea con mi dedo, con el pensamiento te palpo. En tu rostro se dibuja una sonrisa, que por azar  es la que busco. La libertad entre mis dedos crea pinceladas de luces, hago nacer los ojos que deseo. Siguiendo los pasos ciegos sobre tu piel de lienzo , se derraman colores de deseo, entre caricias disuelto. Me miras, de cerca me miras, pero yo no te veo, solo te siento con el pincel de mis dedos jugamos tan solo a tocarnos. Nos miramos cada vez más de cerca yo, siempre con los ojos cerrados. Superponiéndose  sensaciones, de colores inciertos en respiraciones agitadas, se confunden nuestros cuerpos. Nuestras bocas se reencuentran mordiéndose con los labios, sabores de deseo degustamos perfumes de amores viejos, jugando en sus recintos. El silencio limpia nuestras frentes, sudorosas de trementina y óleo. Entonces mis manos buscan hundirse en tu enmarañado cabello...

LA IMAGEN EQUIVOCADA

josé-chávez-morado-cristo,-la-pasión-de-los-pobres ¿De qué quiere usted la imagen? - Preguntó el imaginero- Tenemos santos de pino, Hay imágenes de yeso. Mire este Cristo yacente, madera de puro cedro. Depende de quién la encarga: una familia, o un templo, o si el único objetivo es ponerla en un museo - Déjeme, pues, que le explique lo que de verdad deseo: Yo necesito una imagen del Jesús el galileo que refleje su fracaso intentando un mundo nuevo, que conmueva las conciencias y cambie los pensamientos. Yo no la quiero encerrada en iglesias ni conventos, ni en casa de una familia para presidir sus rezos. No es para llevarla en andas cargada por costaleros. Yo quiero una imagen viva de un Jesús hombre, sufriendo que ilumine a quien la mire el corazón y el cerebro, que den ganas de bajarlo de su cruz y del tormento, y quien contemple esa imagen no quede mirando un muerto ni que con ojos de artista solo contemple un objeto ante el que exclame admirado: “¡qué torturado más bello!” -Perdóne...

¡Que los Sabios Majos nos apapachen!

Siempre tuve dudas con respecto a la tradición de los Reyes Magos: mi hija, Mohammed, sobrinos, etc... Pero mi padre me había transmitido con tanta pasión la ceremonia de escribir la carta, limpiar los zapatos, colocarlos en la salita, que entonces también era cocina y comedor, y despertarnos temprano el día 6, que , cuando supe cual era la realidad y de donde procedían los regalos, mi padre dejaba de fumar una temporada para ayudar al ahorro, él y mi madre economizaban para que, al menos, una petición de cada uno se cumpliese, no lo superé muy bien. Alrededor de los 12 años, comenzaron a contar conmigo para la complicidad de los preparativos, y mi padre, a quien le gustaba Baltasar porque siempre fue del sur, me llevaba de la mano a buscar el pentotal de la ilusión de los 3 chiquitines. Una vez, a las 10 de la noche del día 5 de enero, se dio cuenta de que faltaban las pilas de la moto pedida por Juan. Y los dos, abrigo y bufanda colocados a toda prisa, salimos en busca de una ferrete...