josé-chávez-morado-cristo,-la-pasión-de-los-pobres ¿De qué quiere usted la imagen? - Preguntó el imaginero- Tenemos santos de pino, Hay imágenes de yeso. Mire este Cristo yacente, madera de puro cedro. Depende de quién la encarga: una familia, o un templo, o si el único objetivo es ponerla en un museo - Déjeme, pues, que le explique lo que de verdad deseo: Yo necesito una imagen del Jesús el galileo que refleje su fracaso intentando un mundo nuevo, que conmueva las conciencias y cambie los pensamientos. Yo no la quiero encerrada en iglesias ni conventos, ni en casa de una familia para presidir sus rezos. No es para llevarla en andas cargada por costaleros. Yo quiero una imagen viva de un Jesús hombre, sufriendo que ilumine a quien la mire el corazón y el cerebro, que den ganas de bajarlo de su cruz y del tormento, y quien contemple esa imagen no quede mirando un muerto ni que con ojos de artista solo contemple un objeto ante el que exclame admirado: “¡qué torturado más bello!” -Perdóne...
Es bellísimo el poema, me gusta sobre todo el último, esa contradicción aparente que encierra un sentimiento que me es conocido.
ResponderEliminarTe felicito.
Un beso.
Algo que hubo... aunque nunca existió...
ResponderEliminarTus palabras, estos versos... traen de nuevo a mi mente palabras, gestos, miradas... de la persona a quien tanto y tanto amo... aunque nunca existió.
Juan Lucas.
P.D.
Con tu permiso te incluiré "entre todasl as mujeres", si por cualquier motivo no quisieras dímelo.