caen fielmente recuerdos
que resbalan por el cristal de la ventana.
Suspiros rotos, ensueños lastimados.
se aproximan a mí cuerpo.
Llegan tus manos en su elipse
de licor de ámbar.
Seducidos por la danza,
de tus muslos que mí cintura atenaza.
Tendida y preparada
mí piel va exhalando
un olor a repentina selva.
De la profundidad de mí garganta
se retuercen palabras prohibidas.
Un río de promesas
desciende entre mis senos,
cuajando en vientre la melaza.
que mitiga el refrior
de una fría tarde de lluvia y de silencio.
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