Con uno de mis dedos, rozo tus labios, dibujar tu boca intento. Cerrando los ojos te pienso siguiendo la línea con mi dedo, con el pensamiento te palpo. En tu rostro se dibuja una sonrisa, que por azar es la que busco. La libertad entre mis dedos crea pinceladas de luces, hago nacer los ojos que deseo. Siguiendo los pasos ciegos sobre tu piel de lienzo , se derraman colores de deseo, entre caricias disuelto. Me miras, de cerca me miras, pero yo no te veo, solo te siento con el pincel de mis dedos jugamos tan solo a tocarnos. Nos miramos cada vez más de cerca yo, siempre con los ojos cerrados. Superponiéndose sensaciones, de colores inciertos en respiraciones agitadas, se confunden nuestros cuerpos. Nuestras bocas se reencuentran mordiéndose con los labios, sabores de deseo degustamos perfumes de amores viejos, jugando en sus recintos. El silencio limpia nuestras frentes, sudorosas de trementina y óleo. Entonces mis manos buscan hundirse en tu enmarañado cabello...
Es bellísimo el poema, me gusta sobre todo el último, esa contradicción aparente que encierra un sentimiento que me es conocido.
ResponderEliminarTe felicito.
Un beso.
Algo que hubo... aunque nunca existió...
ResponderEliminarTus palabras, estos versos... traen de nuevo a mi mente palabras, gestos, miradas... de la persona a quien tanto y tanto amo... aunque nunca existió.
Juan Lucas.
P.D.
Con tu permiso te incluiré "entre todasl as mujeres", si por cualquier motivo no quisieras dímelo.