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"Religiosidad popular en El Pedernoso. Pasado y presente"



Hace mucho mucho tiempo... ...así era el carnaval en mi pueblo. " Nos referiremos a continuación a esa antesala de la Cuaresma, esa despedida a lo grande de la vida profana que es el Carnaval, pero dado que en este pueblo el carnaval aparece estrechamente asociado con la tradición de los "animeros", nos ocuparemos de ambos conjuntamente, no sin antes hacer mención de otra costumbre extendida por algunos lugares de Castilla, el "jueves lardero" (del latín lardum-i - tocino, manteca). Es el jueves anterior al Miércoles de Ceniza, en el que la gente se prepara para la abstinencia de la carne de los viernes de Cuaresma con una abundante comida campestre. Generalmente son los niños y algunos jóvenes quienes lo celebran, siendo un día festivo como cualquier otro. Vayamos ahora a uno de los episodios más interesantes dentro de la religiosidad popular de El Pedernoso, los "animeros". Existía un grupo de hombres llamados "Los Animeros" (doce personas, el número de apóstoles), que durante todo el año, los domingos, salían a pedir limosna por todas las casas del pueblo con un cepillo y la campanilla que anunciaba por dónde caminaban. El nombre de "animeros" obedece al hecho de que pedían limosna para las "ánimas" del Purgatorio, con el fin de decirles misas. Entre ellos había, digamos, algunos miembros destacados, entre los que podemos citar: a) El "guisopero", que iba vestido de Judas, con un traje de varios colores, una vara con una cuerda y al final de la cuerda unos trapos atados para pegarles a los chicos, los cuales le incitaban a que lo hiciera con la provocación siguiente: "Guisopero, mama uvas, que te comes las uvas de mi majuelo". b) El ángel, que iba vestido, lógicamente, de blanco, con un traje de puntillas y encajes que era una verdadera maravilla, una corona de flores, la espada en la mano y con la otra agarraba una cadena que prendía al diablo por la cintura. c) El diablo, que llevaba la cara y las manos pintadas de negro, una guadaña de hierro, en el gorro unos cuernos, el rabo y los cencerros atrás y pintado o bordado en la espalda un diablo pequeño de color rojo; el traje en su conjunto era de color azul oscuro con cintas encarnadas. d) La muerte, vestida enteramente de blanco y con la cara tapada, junto con una guadaña grande de madera. El día de San Antón (17 de enero) salían todos con sus tambores, alabardas y bandera, repitiéndolo ya todos los domingos hasta el martes de carnaval, que era la fiesta principal. El sábado anterior al domingo de carnaval recorrían los molinos que existían en el río Saona con los tambores y demás artilugios para pedir la limosna, pues todos ellos, que en total eran siete molinos, estaban habitados. Al anochecer regresaban al pueblo y todos los chicos salían a esperarlos. El domingo, lunes y martes de carnaval, al tocar a Misa Mayor, se ponían delante de la iglesia el Angel y el Diablo a pedir limosna y cuando había alguna persona que no les daba nada, no le dejaban entrar. Al terminar la Misa también se ponía la Muerte en el cancel de la iglesia para recibir limosna y de nuevo a pedir por las calles del pueblo. En cambio los otros nueve animeros se dedicaban durante el día a decir los "entremeses". Se trataba estos entremeses de una especie de versos jocosos creados por ellos mismos a propósito de ciertos sucesos curiosos acaecidos en el pueblo, donde las "víctimas" no eran sino los propios afectados de los sucesos o chismes. La finalidad de aquellos no era otra que hacer reír a la gente, que se colocaba en las esquinas para escucharlos. Al terminar, de nuevo pedían limosna. Esto lo hacían los tres días consecutivos, pero la fiesta principal era el martes de carnaval, cuando se llevaba a cabo el ofrecimiento de ánimas en el atrio. Allí se subastaban determinados objetos y se vendían los típicos caballitos, acto que era presenciado por el Angel, el Diablo y el Judas o guisopero y era costumbre que, dando diez céntimos a uno de ellos, echara a la calle a la persona señalada que estaba en tal recinto. Aquella misma persona podía dar otra cantidad para no salir del lugar y para que se marchase, en cambio, la persona que mandó en primer lugar que fuese expulsada ésta. Esto era sumamente divertido y como nadie se enfadaba por ello, todo terminaba bien. Del mismo modo se bailaba la Jota a ritmo de guitarra y se hacia lo mismo, uno daba un dinero por que se parase de tocar y otro ofrecía otra cantidad para su reanudación. El miércoles de ceniza, por la tarde y una vez que todos habían tomado la ceniza en la iglesia, se asistía a la corrida de toros. Con unos cuernos puestos en una tabla hacían el toro y ellos, vestidos con mantones o tapetes de mesa, daban una vuelta por el pueblo anunciando la corrida. Esta se hacía en una plaza portátil, donde acudían grandes y pequeños, resultando todo ello un grato espectáculo. También hay que añadir que los animeros, antes de existir la Cofradía del Santísimo, eran los encargados de cuidar el Monumento los días de Jueves Santo y Viernes Santo, poner las velas ... y vestidos de nazarenos llevaban, en las procesiones de Semana Santa, las imágenes de Jesús a hombros. También dirigían los cánticos que se cantaban en el Via Crucis popular del Viernes Santo a la ermita, cánticos que hoy siguen tal y como estaban en esa época." 

 Fuente: "Religiosidad popular en El Pedernoso. Pasado y presente" 
Trabajo de campo para la asignatura de Antropología 2º curso de Filosofía, 1992/1993 

 Autor: José Luis Algaba Portillo

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