Mi cuerpo, ya no es mi cuerpo,
es más, el de alguien que está muerto.
Inmerso en una metamorfosis
creada por todos ellos.
Me han robado el sueño.
Despierta, siempre despierta
para escuchar los silencios.
Quisiera descansar de todo esto
y no me dejan hacerlo,
les pido, les ruego
y siguen sin entenderlo.
Sonríen, gestos y más gestos
perdidos en los tiempos.
Un ir y venir de sentimientos
se pasean por este dormitorio,
cargados mayoritariamente de miedos.
No quieren ver ni escuchar
lo que en mis ojos les muestro.
Callo ,silencio, siempre silencio
y un llanto disfrazado de sonrisa ofrezco.
Sus ojos y mis ojos
cómplices de esos silencios,
sus palabras y mis palabras escritas
pululan sin un lugar concreto.
y sigo esperando ante un mar incierto,
donde dicen que se cumplen los sueños,
entre la música del universo.
Ya ni estremecerme puedo
solo derramar este llanto perpetuizado y reseco,
cuando en la noche me pierdo,
entre un pasado, un presente
y un futuro negro, muy negro,
en la espera de que alguien me ayude
en algo que yo no puedo.
Estoy cansada de no haber vivido,
y descansar, es lo que necesito.
josé-chávez-morado-cristo,-la-pasión-de-los-pobres ¿De qué quiere usted la imagen? - Preguntó el imaginero- Tenemos santos de pino, Hay imágenes de yeso. Mire este Cristo yacente, madera de puro cedro. Depende de quién la encarga: una familia, o un templo, o si el único objetivo es ponerla en un museo - Déjeme, pues, que le explique lo que de verdad deseo: Yo necesito una imagen del Jesús el galileo que refleje su fracaso intentando un mundo nuevo, que conmueva las conciencias y cambie los pensamientos. Yo no la quiero encerrada en iglesias ni conventos, ni en casa de una familia para presidir sus rezos. No es para llevarla en andas cargada por costaleros. Yo quiero una imagen viva de un Jesús hombre, sufriendo que ilumine a quien la mire el corazón y el cerebro, que den ganas de bajarlo de su cruz y del tormento, y quien contemple esa imagen no quede mirando un muerto ni que con ojos de artista solo contemple un objeto ante el que exclame admirado: “¡qué torturado más bello!” -Perdóne...
Cúanta tristeza derrama este poema!
ResponderEliminarSaludos.
Un poema con mucho dolor a cuestas.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo Ana.
Inventamos sueños de amor para estar a salvo.
ResponderEliminarSupongo que está bien describirnos como algo inconcluso...
No es cierto que el Otro nos completa.