Mi cuerpo, ya no es mi cuerpo,
es más, el de alguien que está muerto.
Inmerso en una metamorfosis
creada por todos ellos.
Me han robado el sueño.
Despierta, siempre despierta
para escuchar los silencios.
Quisiera descansar de todo esto
y no me dejan hacerlo,
les pido, les ruego
y siguen sin entenderlo.
Sonríen, gestos y más gestos
perdidos en los tiempos.
Un ir y venir de sentimientos
se pasean por este dormitorio,
cargados mayoritariamente de miedos.
No quieren ver ni escuchar
lo que en mis ojos les muestro.
Callo ,silencio, siempre silencio
y un llanto disfrazado de sonrisa ofrezco.
Sus ojos y mis ojos
cómplices de esos silencios,
sus palabras y mis palabras escritas
pululan sin un lugar concreto.
y sigo esperando ante un mar incierto,
donde dicen que se cumplen los sueños,
entre la música del universo.
Ya ni estremecerme puedo
solo derramar este llanto perpetuizado y reseco,
cuando en la noche me pierdo,
entre un pasado, un presente
y un futuro negro, muy negro,
en la espera de que alguien me ayude
en algo que yo no puedo.
Estoy cansada de no haber vivido,
y descansar, es lo que necesito.
Siempre tuve dudas con respecto a la tradición de los Reyes Magos: mi hija, Mohammed, sobrinos, etc... Pero mi padre me había transmitido con tanta pasión la ceremonia de escribir la carta, limpiar los zapatos, colocarlos en la salita, que entonces también era cocina y comedor, y despertarnos temprano el día 6, que , cuando supe cual era la realidad y de donde procedían los regalos, mi padre dejaba de fumar una temporada para ayudar al ahorro, él y mi madre economizaban para que, al menos, una petición de cada uno se cumpliese, no lo superé muy bien. Alrededor de los 12 años, comenzaron a contar conmigo para la complicidad de los preparativos, y mi padre, a quien le gustaba Baltasar porque siempre fue del sur, me llevaba de la mano a buscar el pentotal de la ilusión de los 3 chiquitines. Una vez, a las 10 de la noche del día 5 de enero, se dio cuenta de que faltaban las pilas de la moto pedida por Juan. Y los dos, abrigo y bufanda colocados a toda prisa, salimos en busca de una ferrete...
Cúanta tristeza derrama este poema!
ResponderEliminarSaludos.
Un poema con mucho dolor a cuestas.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo Ana.
Inventamos sueños de amor para estar a salvo.
ResponderEliminarSupongo que está bien describirnos como algo inconcluso...
No es cierto que el Otro nos completa.