Querida Ana:
Hace unos minutos me emocioné con tu correo y dejé en libertad esas
lágrimas que de vez en cuando me vienen bien. Pensé en ti como si recorriera
las páginas de un albúm de fotos. Ahora Ana con tres años, con siete, con
quince. Ana que ríe y llora, Ana que hace planes, que sueña, Ana desorientada,
Ana mirando al mundo a través de su pensamiento, metiéndose dentro de él,
envolviéndose con todos los misterios que no se pueden descifrar, con los
códigos encriptados de la vida.
Las dificultades te dan la sabiduría necesaria no solo para resolverlas,
sino y sobre todo, para demostrarnos que los retos personales nos hacen grandes.
Tómate tu tiempo, pero espero que sepas administrarlo para reflexionar sobre ti
misma, sobre tus posibilidades, sobre lo que te necesitamos la gente que te
queremos, y sobre todo para tomar conciencia de lo mucho que te queda por
disfrutar, soñar, aprender, comprender, y compartir. La vida es pura
contradición, pero qué quieres que te diga, me gusta también por eso.
Lola
No conozco a lola, pero lo que leo es amor y cariño y sobre todo mucha ternura hacia Ana.Hay que mimar a los amigos que nos quieren como ella
ResponderEliminarbesos
Reitero las palabras de Pluvisca.
ResponderEliminarMucho afecto y ternura en esa carta.
Eres afortunada, Ana, de contar con amigas así.
¡Animo! que todo pasa, aunque, en ocasiones, se alargue demasiado.
Un saludo.