artas que
guardan esas noches inexistentes, el confuso perfume de un abrazo, el temblor de unas bocas que se buscan. La música que se pierde escondiéndose en nuestros cuerpos. la huella del temblor...tantas y tantas cosas
y nada a la vez.
Abrir esa carta, en el mismo rellano de la escalera, borrándose
de un sólo plumazo todo tu alrededor. Abrasándome la tinta entre los
dedos. Las frases repitiendo el rumor de las sábanas, la pasión y sus sombras, desdibujándose
el día.
Llevando al papel el fragor de esas noches, más allá al otro
lado donde nadie lo aguarda. Silencio y más silencio. No existía ese alguien, existiendo. No habrá
unas manos que se pongan a temblar al ser leídas cada una de esas palabras, que
me causan este dolor. Nadie que reinicié una y otra vez la lectura de ese trozo de papel para encontrar entre
sus frases, esas caricias hilvanadas y
enfebrecidas por la distancia. En ese especial adjetivo, el sustantivo eficaz
que nombra partes de mi cuerpo,
que lo palpa; en la oscilación de los verbos, su balanceo, como el de un velero
perdido.
Suave o agitado hasta conseguir llegar a ese horizonte donde
se ocultan las palabras, que me impregnaron de esperanza y hoy sin más se resquebrajaron por no haber existido.
Hermosa imagen para este post lleno de nostalgia
ResponderEliminarBesos