El verdadero saber se reduce a las vigilias en las
tinieblas: sólo el conjunto de nuestros insomnios
nos distingue de los animales y de nuestros
semejantes. ¿Qué idea rica o extraña fue nunca
fruto de un durmiente? ¿Es bueno vuestro sueño?
¿Son apacibles vuestros sueños?: engrosáis la turba
anónima. El día es hostil a los pensamientos, el sol
los obscurece; sólo florecen en plena noche…
Conclusión del saber nocturno: quien llega a una
conclusión tranquilizadora sobre lo que sea, da
pruebas de imbecilidad o de falsa caridad. ¿Quién
halló jamás una sola verdad alegre que fuera
válida? ¿Quién salvó el honor del intelecto con
propósitos diurnos? Afortunado quien puede decir:
«Tengo el saber triste».
Emil Cioran
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