Ir al contenido principal

Muerdo una manzana


uerdo provocativamente una manzana, confiriendose en mi boca y en mis labios su carne, su jugo . 
Le miro, le observo   y siento como su mirada de océano en calma al recorrerme me inflama. No dejo de mirarlo y adivino en  las  canas que lo acompañan desde hace años, su vida. 

Sus ojos azulados no se despegan de mí. Me siento atraida , hipnotizada. Acerco la manzana a mi nariz , su  aroma  me resulta tan agradable, que sigo  masticando esta  fruta que no deja de danzar en mi boca,   impregnadola de ese jugo tan acido. 

Cierro los ojos para sumergirme en el sabor , siento que nunca he disfrutado de otra manzana como lo estoy haciendo de esta.
 
Abro mis ojos y me vuelvo a reencontrar sus ojos , con su piel blanca  mediterránea, el calor del verano hace que gotas de sudor corran por mi espalda .
 
Se acerca despacio, bajo la calma que le viste... 
Yo todavía con el sabor de la manzana en la boca, presiento  el calor  de sus labios sobre los míos, lo que hace que mi corazón empiece con sus primeras cabriolas . Con una voz cadenciosa pregunta mi nombre , sin que yo le responda. Ya estamos situados el uno frente al otro y  sus manos apresan mis caderas atrayendome hacia el con fuerza.
 
Me besa y mi  respiración se acelera. Me vuelve a besar y siento que la   sangre hierve.  Desapareciendo de mi boca y de mis labios el dulzon sabor que habia dejado  aquella manzana.

Con una tremenda osadia  desabrocho su camisa, apareciendo  ante mi, su pecho bronceado bajo   un espeso vello blanquecino, paso mis manos, mis dedos crean circulos alrededor de sus diminutos pezones que se yerguen con mi contacto...

Me invita a su cama... Camino por las tibias baldosas hasta llegar a ese lecho donde se que  encontraré lo que deseo. Me desnuda lentamente, con la serenidad que dan los años.  Aspirando ese aroma a manzana que ha ido absorbiendo mi  piel. Sus labios recorren mi cuello y susurran a mi oido palabras que no he logrado descifrar, pero que han provocado  un estremecimiento que me ha recorrido  entera ,  agitandome como el viento agitaría una palmera.
 
Mis senos aparecen ante su vista, se abren para él, su lengua revolotea sobre mis pezones ansiosos, que él  succiona goloso... Sus  manos de artista  se acoplan a la concavidad de mis senos y los trabaja con caricias. Gimo...  y me dispongo   a  recorrer  su torso con mi lengua de nuevo y descubro sus sabores, sus texturas, como hice con aquella manzana. Paladeo  excitada  sus sabores más secretos. 

Lamo su pecho, su vientre, su ombligo... Se recuesta en la cama y se deja amar, por que yo deseo amarlo.  Escancio besos por su rostro, sus ojos, sus labios, su cuello y regreso a su  pecho. Con la punta de la lengua toco la cabeza brillante y rojiza de su miembro... Gime, suspira... Mi lengua lo recorre, su virilidad brilla por mi saliva, vuelve a zozobrar entre mis manos...
Siento  entre mis muslos una humedad. 

Mirandolo a los ojos   voy introduciendo su miembro en el interior de mi sexo , en esa  que   le espera desde hace tiempo . Mis piernas se abrazan a su cuerpo, posellendolo.

Soy feliz, comienza los movimientos desenfrenados. El me susurra tiernas obscenidades como si estuviese recitando el mejor de los versos ,   resbalandome por mi piel jadeante. 

Sus ojos en ese instante me dicen que me ofrecen ese te quiero del momento. Repite mi nombre,  resonando en mis oídos como un eco glorioso. Muevo mis caderas en círculos, trato de fundirme en él, para que seamos un solo universo.
 
No he dejado de mirar su rostro mientras disfrutaba de ese esperado orgasmo como yo no he dejado de mirarle mientras se corria dentro y fuera de mi poseidos por esa  muerte temporal. Sus gemidos y temblores son un espectáculo...

Entre suspiros vuelvo a recobrarme, él me abraza y llena mi boca de besos frescos... Todo vuelve a ser silencio...me refugio entre sus brazos, su piel ahora sudorosa, lleva consigo los aromas de esa unión, la de nuestros cuerpos.

Retomo esa degustación interrumpida , volviendo a saborear el jugo acido de aquella misma manzana. Clavo mis dientes en ella a la vez que observo como él duerme.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Con uno de mis dedos

Con uno de mis dedos, rozo tus labios, dibujar tu boca intento. Cerrando los ojos te pienso siguiendo la línea con mi dedo, con el pensamiento te palpo. En tu rostro se dibuja una sonrisa, que por azar  es la que busco. La libertad entre mis dedos crea pinceladas de luces, hago nacer los ojos que deseo. Siguiendo los pasos ciegos sobre tu piel de lienzo , se derraman colores de deseo, entre caricias disuelto. Me miras, de cerca me miras, pero yo no te veo, solo te siento con el pincel de mis dedos jugamos tan solo a tocarnos. Nos miramos cada vez más de cerca yo, siempre con los ojos cerrados. Superponiéndose  sensaciones, de colores inciertos en respiraciones agitadas, se confunden nuestros cuerpos. Nuestras bocas se reencuentran mordiéndose con los labios, sabores de deseo degustamos perfumes de amores viejos, jugando en sus recintos. El silencio limpia nuestras frentes, sudorosas de trementina y óleo. Entonces mis manos buscan hundirse en tu enmarañado cabello...

¡Que los Sabios Majos nos apapachen!

Siempre tuve dudas con respecto a la tradición de los Reyes Magos: mi hija, Mohammed, sobrinos, etc... Pero mi padre me había transmitido con tanta pasión la ceremonia de escribir la carta, limpiar los zapatos, colocarlos en la salita, que entonces también era cocina y comedor, y despertarnos temprano el día 6, que , cuando supe cual era la realidad y de donde procedían los regalos, mi padre dejaba de fumar una temporada para ayudar al ahorro, él y mi madre economizaban para que, al menos, una petición de cada uno se cumpliese, no lo superé muy bien. Alrededor de los 12 años, comenzaron a contar conmigo para la complicidad de los preparativos, y mi padre, a quien le gustaba Baltasar porque siempre fue del sur, me llevaba de la mano a buscar el pentotal de la ilusión de los 3 chiquitines. Una vez, a las 10 de la noche del día 5 de enero, se dio cuenta de que faltaban las pilas de la moto pedida por Juan. Y los dos, abrigo y bufanda colocados a toda prisa, salimos en busca de una ferrete...

Abracadabra

Yo suelo invocar una palabra, una palabra mágica, una palabra abrepuertas, que es, quizá, la más universal de todas. Es la palabra abracadabra, que en hebreo antiguo significa: Envía tu fuego hasta el final. A modo de homenaje a todos los fuegos caminantes, que van abriendo puertas por los caminos del mundo, la repito ahora: Caminantes de la justicia,  portadores del fuego sagrado,  ¡abracadabra, compañeros! Autor :  Eduardo Galeano