a primera vez que hablé contigo solo por tus palabras, tuve la necesidad de imaginarte. Y cuando por fin más tarde logré ver tu rostro, con esa sonrisa repleta de optimismo, sentí algo muy extraño recorriendo mi cuerpo. Me sentí feliz…
No es nada fácil encontrar las palabras necesarias que me ayuden a plasmar ese primer momento, ese primer encuentro, esa primera tarde de un domingo cualquiera, que se convertiría en uno de los domingos mas agradables para mi.
A partir de ese primer encuentro, te imaginé junto a mí de mil maneras distintas, esas que a veces te intenté ofrecer convertidas en palabras cargadas de intenciones, de provocaciones. Salidas de labios de una mujer que no logra alejarse de aquella niña que lleva dentro, y que le encanta hacerse presente y hacer de las suyas.
Desde ese día mi reto fue seducirte con mis poesías o con mis relatos, pero sobre todo, con esas palabras que voy derramando en tu cuerpo cuando tu y yo estamos aquí solos, en este receptáculo en el que solemos encontrarnos, en este lugar convertido en un rincón donde compartirlo todo, en el que tú como hombre y yo como mujer logramos disfrutarnos.
Ya ves lo importante que ha sido para mi el encontrarte, no quiero que eso llegue a agobiarte en ningún momento. Intento ser alguien con quien logres tanto ese reposo o paz necesaria y ese punto de efervescencia que también a veces puedes necesitar. Con mis palabras, ese arma tan importante para mí, necesito sustituir otras cosas que me son más complicadas, para ofrecértelas como tu bien sabes.
Quiero compartir contigo los silencios. Los besos tibios. Y las caricias inexpertas que a veces he considerado muertas en mis manos.
También quiero compartir esta felicidad que me has dado, como el mejor de los regalos. La calma que el otoño trae a nuestras vidas, coloreando de dorados y ocres. Mostrándonos lo mejor de un pasado.
No deseo pensar en mañana, mucho menos en el futuro. Tan solo en el ahora, y como mucho, en ese momento en el que volvamos a reencontrarnos.
No deseo forjar mi felicidad en un futuro, sería la mayor de las locuras. Pintaré utilizando miles de tonalidades este hoy y hasta puede que me atreva a pensar en los que utilizare mañana, para que su colorido atraiga la luz que pueda iluminarnos. Solo de pequeñas cosas estará construido mi universo ¿recuerdas? En ese universo en el que tú te encuentras.
Ahora te dejo descansar, voy a seguir trazando momentos que pueda compartir contigo. Besos de salada humedad.
Con uno de mis dedos, rozo tus labios, dibujar tu boca intento. Cerrando los ojos te pienso siguiendo la línea con mi dedo, con el pensamiento te palpo. En tu rostro se dibuja una sonrisa, que por azar es la que busco. La libertad entre mis dedos crea pinceladas de luces, hago nacer los ojos que deseo. Siguiendo los pasos ciegos sobre tu piel de lienzo , se derraman colores de deseo, entre caricias disuelto. Me miras, de cerca me miras, pero yo no te veo, solo te siento con el pincel de mis dedos jugamos tan solo a tocarnos. Nos miramos cada vez más de cerca yo, siempre con los ojos cerrados. Superponiéndose sensaciones, de colores inciertos en respiraciones agitadas, se confunden nuestros cuerpos. Nuestras bocas se reencuentran mordiéndose con los labios, sabores de deseo degustamos perfumes de amores viejos, jugando en sus recintos. El silencio limpia nuestras frentes, sudorosas de trementina y óleo. Entonces mis manos buscan hundirse en tu enmarañado cabello...
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