eras mi querido niño, voy a contarte algo sobre siete veletas, que imagino te va a gustar. Eran sensibles, justicieras, inquietas y con una gran fantasía he imaginación.
Érase una vez…,
Una de esas veletas, había sido creada con un problema de inmovilidad, por lo que no podía girar sus brazos en la dirección de los vientos de la vida. Sintiéndose con el paso de los años muy desgraciada por no poder jugar o bailar a lomos de los vientos como veía hacer a las otras veletas en sus tejados. Pensó que ellas lograban rozar esa tan ansiada felicidad.
Llegó ha hacer de esa inmovilidad la causa de todas y cada una de sus desgracias. Una gran excusa para ir dejándose caer en una especie de letargo.
Pero con el tiempo, llegaría a descubrir lo equivocada que había vivido con respecto a esa felicidad que tanto la obsesionaba. Llegando a aprender a valorar aquellas cosas que habían pasado inadvertidas para ella. Voló en cada una de las líneas de los montones de libros, que la llevarían hasta lugares lejanos he insólitos. Entre aquellas páginas también se encontraba esa felicidad.
Descubriendo algo más, las lagrimas, la tristeza y la soledad no era una patente suya y solo suya.
Empezó a sentirse menos acomplejada. Se reveló contra mi misma y decidió buscar la forma de liberalizarse, de no seguir postergada a diferencia que tanto pesaba sobre ella.
Un día se decidió a intentar mover sus renqueantes brazos a través de la escritura. Sintió como era poseída por ella. Haciendo uso de la “palabra” logró salir fuera y gritar a esos cuatro vientos toda la rabia, el dolor y frustraciones que había ido almacenando en su interior. Así, escuchándose a si misma, llegaría a averiguar cosas sorprendentes sobre ella misma, sobre sus sueños, ilusiones y sobre todo, tuvo que vérselas cara a cara con sus miedos,esos que la habían paralizado más de lo que podía imaginar. Fue como una especie de vomito intimo y liberalizador que pensó guardar en algún cajón y tal vez sacarlo de vez en cuando para releerlo....
Te cuento esto mi niño, para que un día llegues a ser consciente de la belleza y la magia que esconde la escritura y también su gran poder. A esa veleta le devolvió la esperanza de lograr cosas inimaginables..
Un día todos los vientos se pusieron de acuerdos y se confabularon para reunir a todas ellas en un mismo lugar, para que pudieran conocerse. Tenían la esperanza de que saliera algo bonito de aquello.
Así que fueron arrastradas cada una de las veletas hasta un lugar de la Mancha de cuyo nombre si quisieron acordarse…. al que fue el antiguo convento de santa Clara, ahora convertido en hotel y lugar en el que la escuela de escritores, impartían sus clases de narrativa, de las que efectivamente como creyeron los vientos, nacería algo bonito y enriquecedor para ellas.
Entre clase y clase y los descansos en la cafetería se creó un vinculo entre ellas, del que llegaría a brotar una idea, la de formar un grupo, al que bautizarían con el nombre de Amigas Literarias “Clarisas”
Fueron pasando los días, las semanas, meses y algún que otro año, pero contra todo pronostico que pudiera haberse hecho con respecto a el olvido de ese vinculo, no había sido así, seguía siendo tan fuerte como al principio.
Aunque cada una de esas veletas habían seguido revoloteando, unas veces pizpiretas y otras nostálgicas, sobre sus tejados, sin dejar de seguir alimentando esa amistad.
Con esos cuentos o relatos, a veces señalaban al cielo alguno que otra causa injusta. Como lo hiciera aquel insigne caballero Don Quijote de la Mancha espada en mano contra gigantescos molinos….
La rosa de los vientos se llegó a sentirse celosa de ellas, pues podía ver el orgullo con el que las observaban los vientos. Adalides de su travesía literaria.
Creo que te estoy aburriendo mi estimado niño. No, pensaba alargarme tanto… , pero me pongo a escribir y no me doy cuenta de lo mucho que puedo llegar a pasarme, tal vez sea algo de la edad, una ya va para vieja. .
En realidad si te cuento todo esto Jaime, es para llegar a ese Domingo de otoño en el que todas las veletas, volvieron a congregarse en Albacete, ciudad a la que desde hace unos pocos meses tú perteneces. Donde Presen tu abuela y Cristina tu mamá, veletas pertenecientes a ese grupo, desde hace mucho tiempo vigilan, la dirección de la vida de sus familias, esa a la que tu mi querido Jaime perteneces y de la que tienes que estar muy orgulloso. Ellas dos, fueron las propusieron lo de realizar esa comida y así hacerles tu presentación.
Fue un día difícil de olvidar, quedando en sus mentes y perdurando como un sello de lacre en sus corazones.
Tal vez te estés preguntando, ¿que, tuvo de especial ese día, aparte de conocerte? Intentare responderte lo más escuetamente que pueda. Ese día se dieron cuenta de lo fuerte que seguía siendo ese vínculo llamado amistad.
La comida se llevó a cabo en uno de los mejores restaurantes de la ciudad. Se sentaron alrededor de una mesa redonda, como en la de la leyenda del rey Arturo y sus caballeros, aunque en aquel caso esa mesa no parecía ser muy estable, temiendo que en cualquier momento se produjese en una pequeña tragedia.
Tú sin comerlo ni beberlo, te convertirías en el niño de todas ellas, como en los cuentos, las tendrías de madrinas. Haciendo honor a ese madrinazgo quisieron obsequiarte con sus mejores deseos te aportaron lo mejor que poseían.
Beatriz que fue la primera se dirigió hasta donde tú te encontrabas metido en el carrito y esparció sobre tu cabeza semillas de justicia, lo que te hizo estornudar.
Yolanda la más joven y pizpireta de todas, que no dejó de hablar ni un momento y de manipularte a su antojo, te obsequiaría con una mezcla de esperanza he ilusión.
Gema temió que volvieras a estornudar al esparcir sobre tu cabecita polvos de sabiduría, los esparciría con sumo cuidado, pero curiosamente esa vez no lo hiciste, tan solo seguiste como un bendito mirándolas.
Lola puso sobre tu pecho algo que las dejaría atónitas por su invisibilidad. Todas ellas se miraron, hasta que Lola les dio la explicación pertinente. Su regalo no podía verse, la sensibilidad era algo muy importante aunque pareciese poco necesaria. Dijo jocosamente que serias un niño muy, muy sensible.
Ya solo quedaba por darte su regalo Ana la veleta de la que empecé a hablarte. Ella, no sabía que ofrecerte, las otras veletas te habían dado los mejores regalos. Ante su tardanza en pronunciarse, se le quedaron mirando. Pero de pronto su rostro se relajó y acercándose a donde te encontrabas te dijo algo al oído que no quiso desvelar a las demás. Algo que esperaba no llegases a olvidar nunca mi querido niño.
No, permitas que los miedos o los temores hagan de ti su presa, que te impidan mover tus brazos en todas aquellas direcciones que tu desees y creas justas. Nunca permitas que hablen por ti. Ellos y solo ellos tienen el poder de paralizarnos…. No tuvo muy claro esas palabras convertidas en murmullos te servirían en un futuro, pero ella al menos se sintió satisfecha, se pudo apreciar en la amplia sonrisa de su rostro.
Así llegó el final de esa comida, bendecida por sus adalides desde los cielos. Una suave lluvia salió a despedirlas, hasta llegaron a intentar eternizar ese momento con alguna que otra fotografía, que no llegó a salir muy clara y así regresaron de nuevo a sus tejados en los que seguirían viviendo y cuenteando.
¿Qué por qué yo sé lo que ella te dijo al oído? Eso te lo contaré en otro momento, ahora he de dejarte …..Hasta pronto Jaime.
Érase una vez…,
Una de esas veletas, había sido creada con un problema de inmovilidad, por lo que no podía girar sus brazos en la dirección de los vientos de la vida. Sintiéndose con el paso de los años muy desgraciada por no poder jugar o bailar a lomos de los vientos como veía hacer a las otras veletas en sus tejados. Pensó que ellas lograban rozar esa tan ansiada felicidad.
Llegó ha hacer de esa inmovilidad la causa de todas y cada una de sus desgracias. Una gran excusa para ir dejándose caer en una especie de letargo.
Pero con el tiempo, llegaría a descubrir lo equivocada que había vivido con respecto a esa felicidad que tanto la obsesionaba. Llegando a aprender a valorar aquellas cosas que habían pasado inadvertidas para ella. Voló en cada una de las líneas de los montones de libros, que la llevarían hasta lugares lejanos he insólitos. Entre aquellas páginas también se encontraba esa felicidad.
Descubriendo algo más, las lagrimas, la tristeza y la soledad no era una patente suya y solo suya.
Empezó a sentirse menos acomplejada. Se reveló contra mi misma y decidió buscar la forma de liberalizarse, de no seguir postergada a diferencia que tanto pesaba sobre ella.
Un día se decidió a intentar mover sus renqueantes brazos a través de la escritura. Sintió como era poseída por ella. Haciendo uso de la “palabra” logró salir fuera y gritar a esos cuatro vientos toda la rabia, el dolor y frustraciones que había ido almacenando en su interior. Así, escuchándose a si misma, llegaría a averiguar cosas sorprendentes sobre ella misma, sobre sus sueños, ilusiones y sobre todo, tuvo que vérselas cara a cara con sus miedos,esos que la habían paralizado más de lo que podía imaginar. Fue como una especie de vomito intimo y liberalizador que pensó guardar en algún cajón y tal vez sacarlo de vez en cuando para releerlo....
Te cuento esto mi niño, para que un día llegues a ser consciente de la belleza y la magia que esconde la escritura y también su gran poder. A esa veleta le devolvió la esperanza de lograr cosas inimaginables..
Un día todos los vientos se pusieron de acuerdos y se confabularon para reunir a todas ellas en un mismo lugar, para que pudieran conocerse. Tenían la esperanza de que saliera algo bonito de aquello.
Así que fueron arrastradas cada una de las veletas hasta un lugar de la Mancha de cuyo nombre si quisieron acordarse…. al que fue el antiguo convento de santa Clara, ahora convertido en hotel y lugar en el que la escuela de escritores, impartían sus clases de narrativa, de las que efectivamente como creyeron los vientos, nacería algo bonito y enriquecedor para ellas.
Entre clase y clase y los descansos en la cafetería se creó un vinculo entre ellas, del que llegaría a brotar una idea, la de formar un grupo, al que bautizarían con el nombre de Amigas Literarias “Clarisas”
Fueron pasando los días, las semanas, meses y algún que otro año, pero contra todo pronostico que pudiera haberse hecho con respecto a el olvido de ese vinculo, no había sido así, seguía siendo tan fuerte como al principio.
Aunque cada una de esas veletas habían seguido revoloteando, unas veces pizpiretas y otras nostálgicas, sobre sus tejados, sin dejar de seguir alimentando esa amistad.
Con esos cuentos o relatos, a veces señalaban al cielo alguno que otra causa injusta. Como lo hiciera aquel insigne caballero Don Quijote de la Mancha espada en mano contra gigantescos molinos….
La rosa de los vientos se llegó a sentirse celosa de ellas, pues podía ver el orgullo con el que las observaban los vientos. Adalides de su travesía literaria.
Creo que te estoy aburriendo mi estimado niño. No, pensaba alargarme tanto… , pero me pongo a escribir y no me doy cuenta de lo mucho que puedo llegar a pasarme, tal vez sea algo de la edad, una ya va para vieja. .
En realidad si te cuento todo esto Jaime, es para llegar a ese Domingo de otoño en el que todas las veletas, volvieron a congregarse en Albacete, ciudad a la que desde hace unos pocos meses tú perteneces. Donde Presen tu abuela y Cristina tu mamá, veletas pertenecientes a ese grupo, desde hace mucho tiempo vigilan, la dirección de la vida de sus familias, esa a la que tu mi querido Jaime perteneces y de la que tienes que estar muy orgulloso. Ellas dos, fueron las propusieron lo de realizar esa comida y así hacerles tu presentación.
Fue un día difícil de olvidar, quedando en sus mentes y perdurando como un sello de lacre en sus corazones.
Tal vez te estés preguntando, ¿que, tuvo de especial ese día, aparte de conocerte? Intentare responderte lo más escuetamente que pueda. Ese día se dieron cuenta de lo fuerte que seguía siendo ese vínculo llamado amistad.
La comida se llevó a cabo en uno de los mejores restaurantes de la ciudad. Se sentaron alrededor de una mesa redonda, como en la de la leyenda del rey Arturo y sus caballeros, aunque en aquel caso esa mesa no parecía ser muy estable, temiendo que en cualquier momento se produjese en una pequeña tragedia.
Tú sin comerlo ni beberlo, te convertirías en el niño de todas ellas, como en los cuentos, las tendrías de madrinas. Haciendo honor a ese madrinazgo quisieron obsequiarte con sus mejores deseos te aportaron lo mejor que poseían.
Beatriz que fue la primera se dirigió hasta donde tú te encontrabas metido en el carrito y esparció sobre tu cabeza semillas de justicia, lo que te hizo estornudar.
Yolanda la más joven y pizpireta de todas, que no dejó de hablar ni un momento y de manipularte a su antojo, te obsequiaría con una mezcla de esperanza he ilusión.
Gema temió que volvieras a estornudar al esparcir sobre tu cabecita polvos de sabiduría, los esparciría con sumo cuidado, pero curiosamente esa vez no lo hiciste, tan solo seguiste como un bendito mirándolas.
Lola puso sobre tu pecho algo que las dejaría atónitas por su invisibilidad. Todas ellas se miraron, hasta que Lola les dio la explicación pertinente. Su regalo no podía verse, la sensibilidad era algo muy importante aunque pareciese poco necesaria. Dijo jocosamente que serias un niño muy, muy sensible.
Ya solo quedaba por darte su regalo Ana la veleta de la que empecé a hablarte. Ella, no sabía que ofrecerte, las otras veletas te habían dado los mejores regalos. Ante su tardanza en pronunciarse, se le quedaron mirando. Pero de pronto su rostro se relajó y acercándose a donde te encontrabas te dijo algo al oído que no quiso desvelar a las demás. Algo que esperaba no llegases a olvidar nunca mi querido niño.
No, permitas que los miedos o los temores hagan de ti su presa, que te impidan mover tus brazos en todas aquellas direcciones que tu desees y creas justas. Nunca permitas que hablen por ti. Ellos y solo ellos tienen el poder de paralizarnos…. No tuvo muy claro esas palabras convertidas en murmullos te servirían en un futuro, pero ella al menos se sintió satisfecha, se pudo apreciar en la amplia sonrisa de su rostro.
Así llegó el final de esa comida, bendecida por sus adalides desde los cielos. Una suave lluvia salió a despedirlas, hasta llegaron a intentar eternizar ese momento con alguna que otra fotografía, que no llegó a salir muy clara y así regresaron de nuevo a sus tejados en los que seguirían viviendo y cuenteando.
¿Qué por qué yo sé lo que ella te dijo al oído? Eso te lo contaré en otro momento, ahora he de dejarte …..Hasta pronto Jaime.
Querida veleta, no te olvides de la veleta oxidada que un día compartió contigo un foro azul. Entonces éramos las cuatro veletas: Ana, Elba, Nela y Gloria... los vientos nos han llevado por otros caminos, pero las cuatro seguimos firmes por el sendero de la literatura.
ResponderEliminarUn beso muy grande