Me quedé mirando sorprendida el libro. No entendía como se había caído sin que lo tocaran. Sin salir de mi asombro, vi como de repente sus páginas fueron pasando una a una hasta detenerse en uno de sus dibujos. Representaba un bosque. El duende saltó de la mecedora colocándose a mi lado, lo que le hacia parecer más pequeño. Me explicó, que en ese lugar era donde él vivía. Una vez dijo aquello, me preguntó si yo pertenecía a la tierra de los gigantes. Pensé que ese duende estaba algo loco. ¿Cómo iba yo a pertenecer a ese país, que sólo existe en los cuentos? Le respondí un `poco molesta: _ ¿no ves que soy una niña real? vivo en la tierra, no soy un personaje fantástico como…. no llegué a terminar la frase, porque con su gesto me decía que no entendía nada, no quería molestarle. Al parecer no sabía la diferencia entre lo real y lo fantástico. Hizo una pirueta la mar de graciosa y me dijo: __ Al parecer me he equivocado de lugar: __Me pidió disculpas y sin más desapareció dejándome boquiabierta y un poco molesta, porque me hubiera gustado hacerle muchas más preguntas.
No podía creer lo que me había pasado. ¿A quien podría contarle aquello, que no pensara que me lo había inventado? ni siquiera a Elvira, también ella creería que era una fantasía de las mías. Parece que la estoy viendo, sonriéndome mientras me pregunta una y otra vez, si me estoy burlando de ella. No, no puedo contárselo.
Cuando iba a salir del dormitorio escuche un nuevo ruido, y allí patas arriba estaba de nuevo aquel personajillo. Su aterrizaje había sido algo brusco. Y yo no supe si la cosa era para reír o para asustarse, pero la realidad es que no pude evitar que se me escapara una sonora carcajada. Verme reír as, no le hizo ninguna gracia.
De un salto se puso de pie y antes de hablarme, se aclaro la garganta con un carraspeo: _Hola de nuevo, he pensado que tal vez te gustaría acompañarme al país de los gigantes.__ Le respondí: __mi madre no me deja salir. Lo siento: __a lo que él me respondió: _ Vaya yo también lo siento te hubiera gustado ese lugar al que me han enviado.__ La verdad es que me atraía un montón la idea de salir de casa. Sería divertido y a la vez emocionante realizar juntos ese viaje. Con decisión, subí la cremallera del chubasquero y le dije al duendecillo: __Lo he pensado mejor y he decidido ir con contigo, pero tengo que volver pronto, no quiero que se preocupen en casa_ me miró un segundo y de repente se echó a reír, entonces tuve miedo de que lo hubiera oído mi madre y viniera a ver que estaba ocurría.
Él me dijo: __No temas, te prometo que volverás a tu casa a tiempo de que tu madre no se de cuenta de que has pasado la tarde fuera.
_ Las páginas del libro volvieron a pasar solas y se detuvieron justo en el lugar que íbamos a visitar. Me cogio la mano y me pidió que cerrase los ojos con fuerza, y de esa forma entramos juntos dentro libro. Yo que siempre me mareo cuando voy de viaje en el coche de mis padres, no llegué nada mareada. Hubiera sido terrible haberle vomitado encima al duende. Me preguntó: __ ¿Te apetecería ir de compras.__ Antes de que pudiera responderle: __Por cierto yo me llamo Asdrúbal y tú cómo te llamas?_ Yo Flora, y sí, me gustaría ir de compras, tengo una gran curiosidad por verlo todo__ Recordé el cuento de Gulliver en el país de los gigantes, lo que aumentó aún más mi curiosidad. Una vez allí estuvimos viendo ropa, juguetes, libros y también fuimos a una panadería. Todo lo que vimos era gigantesco.
Teníamos que gritar muy fuerte para que pudieran oírnos, y una vez casi me aplasta una enorme bota de la que consiguió salvarme Asdrúbal tirando de uno de mis brazos.
Me acorde de los ratones y de las repugnantes cucarachas, por primera vez sentí pena por ellos. A pesar del susto lo pasé muy bien, sobre todo en la juguetería, dentro de una casa preciosa de madera para muñecas en la que no faltaba ni el más mínimo detalle, la que tuve que abandonar al recordarme Asdrúbal que ya iba siendo hora de marcharnos. También me dijo que debía informarle a su jefe que el mundo de los gigantes se encontraba en perfecta armonía.
Cogió de nuevo una de mis manos, volviéndome a recordar que debía cerrar los ojos con fuerza, de esa forma volvimos a encontrarnos en mi dormitorio. Nos despedimos como dos buenos amigos, le agradecí que me hubiera permitido disfrutar de aquella experiencia tan inolvidable, y él me prometió que algún día volvería, y con una amplia sonrisa Asdrúbal desapareció.
Todo parecía estar tranquilo. Me quité el chubasquero y las botas de agua para ponerme el pijama. Abrí la puerta con cuidado de no hacer ruido y fui hasta la sala de estar. Mi madre continuaba tumbada y curiosamente en la televisión seguía la misma película que cuando me marché a mi habitación muerta de aburrimiento.
Fue como si el tiempo se hubiera detenido, la promesa de Asdrúbal había sido cierta yo no podía salir de mi asombro. Mi madre se me quedó mirando y sonriendo me dijo: __ ¿Por qué no sales a jugar a la calle, ahora que ha dejado de llover?_ Le respondí: __Ya no me apetece salir, prefiero quedarme en mi habitación__ Ella me preguntó. __¿Te ocurre algo?__ a lo que yo dándole un beso le respondí __No , no me ocurre nada mamá.
Cuando llegué a mi cuarto comencé a escribir en uno de mis cuadernos, todo lo que me había ocurrido esa tarde, no deseaba que se me pudiera olvidar algún detalle importante de esa fantástica aventura. Jamás olvidare ese día, y aunque ha pasado mucho tiempo, cuando escucho un ruido en el dormitorio busco con la mirada la mecedora, esperando ver sentado en ella a mi amigo Asdrúbal.
_d@V_
Espero que algún día te llegue a ocurrir a ti algo parecido. No dejes de buscar tras esos ruidos que se encierran en tu dormitorio a uno de los muchísimos personajes que forman la fantasía. A pesar de lo que puedan creer las personas mayores de que esos seres que no existen, te aseguro que no es cierto. Tú cuando estés sola y tal vez aburrida cierra los ojos con fuerza, puede ser que cuando los abras tengas esperándote una sorpresa.
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