uenas noches cariño, vengo a pedirte, que por favor me refugies entre tus brazos, que me aprietes con fuerza. No, no te inquietes, no me ocurre nada, que no me haya pasado otras veces. No, no digas nada, tan sólo déjame quedarme entre tus brazos, es lo único que deseo en éstos momentos. ¿Escuchas esa canción? si, es aquella que tanto nos gustaba de Aúte, yo la desconocía, como tantas otras cosas. La escuchamos en un tiempo en el que lo real se convertiría en irreal o tal vez fuera al revés, no lo sé. Cuántas veces nos poníamos de acuerdo para darle al play y escucharla los dos a la vez, como si no hubiera distancia alguna entre nosotros. Parecía todo tan fácil, tan abstracto y por ello tan maravilloso, el podernos escapar a un lugar así como este, tan seductor para gente como tu y yo, que sufríamos situaciones, momentos y eternidades similares… Ese era el lugar , el refugio donde poder escaparnos en momentos oscuros.
Yo sé que allí,
allí donde tu dices,
vuelan las alas del agua
como palomas de escarcha
y el mar no es azul
sino vuelo de tu imaginación
en Albanta.
Que aquí, ya tú lo ves,
es Albanta al revés...
Yo sé que allí
allí donde tu dices,
no existen hombres que mandan
porque no existen fantasmas
y amar es la flor
más perfecta que crece en tu jardín
en Albanta.
Que aquí, ya tú lo ves,
es Albanta al revés...
Ideal para vestirse de nostalgia ¿verdad?
También hubo ese tiempo en el que me obsequiabas a diario con aquellas poesías, en las que se escondían mensajes que tan sólo se podían descubrir si uno sabía leer entre líneas. Me mostraste algo que yo desconocía de mí, la magia de la palabra, algo que aunque no fuese cierto, logró que yo comenzara a creer en mí y en alimentar un poco mí autoestima, la cual apenas si sobrevivía. Aprendí tanto de ti, durante ese período de tiempo, que compartimos, como una necesidad casi vital. Pero como la vida misma, aquello no podía ser eterno, pues lo que para mí era tan necesario y tan enriquecedor, fue cambiando lenta y suavemente, pero no por eso sin causar ese dolor que yo me encargué de esconder. Y a partir de ese entonces, comenzó otro período de tiempo en el que yo intenté no pensar, no recordar, no envolverme en ese tan reciente pasado. Sabía y entendía, que era lo mejor tanto para ti como para mí. Intenté abrir ventanas y puertas por las que pudiera entrar aires nuevos, gente que pudieran ayudarme a no hacerte daño, a dejar que tu vida transcurriera como tú deseabas. Me fui difuminando en tu vida, aunque siempre estuviera ahí, esperando, siempre esperando. Te hice creer que yo había cambiado, que ya no te necesitaba en todas aquellas cosas, que tú me habías ido haciendo con tanto cariño y que a mí me hacía sentirme tan feliz, por sentirme parte de ti. En ese período de tiempo nacerían los primeros silencios, ésos que intercambiábamos a veces para hacernos daños y así comenzaríamos a distanciarnos. Yo intenté buscar una razón a aquel comportamiento tuyo, sin excusarme de mí parte de culpabilidad. Creí que ya no era para ti tan necesaria, que ya habías encontrado otra gente hacia la que abrirte. Yo entre en una especie de trampa , en la que creí encontrar lo que necesitaba para borrarte como hombre de mí corazón o mejor dicho de mí alma y hoy maldigo el haber dado ese paso, el que creí que me mostraría lo que tanto deseaba, como era el saberme amada, necesitada, saberme y sentirme parte de ese hombre, por otro que no serias tú, por qué tu no estabas a mí alcance , por qué tu eras mí sueño , mí esperanza y mí necesidad, pero todo ello inmerso en una sola palabra eras un “imposible” la vida la mayor parte de las veces se comporta con todos nosotros, con una gran crueldad y nos pone ante difíciles disyuntivas, nos coloca trampas, como en la que yo caí , para sacar de ello tan sólo un mal sabor de boca, no fui amada, no fui necesitada, sólo me temo que fui utilizada.
Pero bueno, dejemos todo eso, olvidemos tristezas , pues ahora me siento en la gloria entre tus brazos, ya no tengo frío, sólo me encuentro cansada de tanto pensar y pensar , necesito relajarme , necesito tan sólo quedarme aquí contigo, en este silencio y dormir, dormir para no pensar. Déjame seguir asi, no me sueltes por favor, no abras tus brazos y rompas este momento repleto de calma, déjame quedarme aquí, en este lugar llamado Albanta ...
También hubo ese tiempo en el que me obsequiabas a diario con aquellas poesías, en las que se escondían mensajes que tan sólo se podían descubrir si uno sabía leer entre líneas. Me mostraste algo que yo desconocía de mí, la magia de la palabra, algo que aunque no fuese cierto, logró que yo comenzara a creer en mí y en alimentar un poco mí autoestima, la cual apenas si sobrevivía. Aprendí tanto de ti, durante ese período de tiempo, que compartimos, como una necesidad casi vital. Pero como la vida misma, aquello no podía ser eterno, pues lo que para mí era tan necesario y tan enriquecedor, fue cambiando lenta y suavemente, pero no por eso sin causar ese dolor que yo me encargué de esconder. Y a partir de ese entonces, comenzó otro período de tiempo en el que yo intenté no pensar, no recordar, no envolverme en ese tan reciente pasado. Sabía y entendía, que era lo mejor tanto para ti como para mí. Intenté abrir ventanas y puertas por las que pudiera entrar aires nuevos, gente que pudieran ayudarme a no hacerte daño, a dejar que tu vida transcurriera como tú deseabas. Me fui difuminando en tu vida, aunque siempre estuviera ahí, esperando, siempre esperando. Te hice creer que yo había cambiado, que ya no te necesitaba en todas aquellas cosas, que tú me habías ido haciendo con tanto cariño y que a mí me hacía sentirme tan feliz, por sentirme parte de ti. En ese período de tiempo nacerían los primeros silencios, ésos que intercambiábamos a veces para hacernos daños y así comenzaríamos a distanciarnos. Yo intenté buscar una razón a aquel comportamiento tuyo, sin excusarme de mí parte de culpabilidad. Creí que ya no era para ti tan necesaria, que ya habías encontrado otra gente hacia la que abrirte. Yo entre en una especie de trampa , en la que creí encontrar lo que necesitaba para borrarte como hombre de mí corazón o mejor dicho de mí alma y hoy maldigo el haber dado ese paso, el que creí que me mostraría lo que tanto deseaba, como era el saberme amada, necesitada, saberme y sentirme parte de ese hombre, por otro que no serias tú, por qué tu no estabas a mí alcance , por qué tu eras mí sueño , mí esperanza y mí necesidad, pero todo ello inmerso en una sola palabra eras un “imposible” la vida la mayor parte de las veces se comporta con todos nosotros, con una gran crueldad y nos pone ante difíciles disyuntivas, nos coloca trampas, como en la que yo caí , para sacar de ello tan sólo un mal sabor de boca, no fui amada, no fui necesitada, sólo me temo que fui utilizada.
Pero bueno, dejemos todo eso, olvidemos tristezas , pues ahora me siento en la gloria entre tus brazos, ya no tengo frío, sólo me encuentro cansada de tanto pensar y pensar , necesito relajarme , necesito tan sólo quedarme aquí contigo, en este silencio y dormir, dormir para no pensar. Déjame seguir asi, no me sueltes por favor, no abras tus brazos y rompas este momento repleto de calma, déjame quedarme aquí, en este lugar llamado Albanta ...
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