Ir al contenido principal

Albergar otro sueño

Mi deseo es albergar otro sueño,
ese en el que tu no aparezcas.
Volver a caminar sin pies
y a volar sin alas,
a sentirme de nuevo yo,
algo que tu me arrebataste.
Necesito vestirme de esa calma
de la que me desposeíste.
Limpiar mis ojos de esa huella
que los tuyos dejaron.
Amor, no creo que aquello
llevara ese nombre.
Sólo fue un espejismo
que mi anhelo fue forjando.
Mis sentidos a la sin razón
de lo imposible se aferraron
y hoy entre lagrimas lo estoy pagando.
Me urge encontrar la calma
la que llegara con tu olvido.
Brotándome de nuevo una sonrisa
dejando de sentirme pérdida.

Comentarios

  1. Mil besos querida Ana y siempre mi admiración hacia tus escritos.
    Juan Lucas.

    ResponderEliminar
  2. Anoche pense en vosotros
    con esa noche mágica donde las fogatas se incendian
    auyentando al Diablo suelto,
    donde el solticio de verano apura la noche,
    donde nos purificamos con el nuevo rocío
    del ayer y de hoy deseo que sea y haya sido
    tan tuya
    tan mía
    tan vuestra.

    Reciban un beso en sus almas.

    ResponderEliminar
  3. Com ya no sigues con la carta me vine aqui a saludarte.

    Yo sigo pagando en lagrimas y bolas de angustia, lo que nunca acontecio.

    Me ha gustado, me he identicado en este post.

    Besos Anita.

    ResponderEliminar
  4. Llegará la calma Ana de la misma forma que un día se alborotaron los sentidos.
    Urge dejar equilibrados los sentimientos.

    ResponderEliminar
  5. Vuelvo mis pasos al jardin florído
    donde tus flores devoran los desiertos
    donde volando con tu propio canto
    vuelven tus puentes a tocar el cielo.

    Un beso para tu alma.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Con uno de mis dedos

Con uno de mis dedos, rozo tus labios, dibujar tu boca intento. Cerrando los ojos te pienso siguiendo la línea con mi dedo, con el pensamiento te palpo. En tu rostro se dibuja una sonrisa, que por azar  es la que busco. La libertad entre mis dedos crea pinceladas de luces, hago nacer los ojos que deseo. Siguiendo los pasos ciegos sobre tu piel de lienzo , se derraman colores de deseo, entre caricias disuelto. Me miras, de cerca me miras, pero yo no te veo, solo te siento con el pincel de mis dedos jugamos tan solo a tocarnos. Nos miramos cada vez más de cerca yo, siempre con los ojos cerrados. Superponiéndose  sensaciones, de colores inciertos en respiraciones agitadas, se confunden nuestros cuerpos. Nuestras bocas se reencuentran mordiéndose con los labios, sabores de deseo degustamos perfumes de amores viejos, jugando en sus recintos. El silencio limpia nuestras frentes, sudorosas de trementina y óleo. Entonces mis manos buscan hundirse en tu enmarañado cabello...

¡Que los Sabios Majos nos apapachen!

Siempre tuve dudas con respecto a la tradición de los Reyes Magos: mi hija, Mohammed, sobrinos, etc... Pero mi padre me había transmitido con tanta pasión la ceremonia de escribir la carta, limpiar los zapatos, colocarlos en la salita, que entonces también era cocina y comedor, y despertarnos temprano el día 6, que , cuando supe cual era la realidad y de donde procedían los regalos, mi padre dejaba de fumar una temporada para ayudar al ahorro, él y mi madre economizaban para que, al menos, una petición de cada uno se cumpliese, no lo superé muy bien. Alrededor de los 12 años, comenzaron a contar conmigo para la complicidad de los preparativos, y mi padre, a quien le gustaba Baltasar porque siempre fue del sur, me llevaba de la mano a buscar el pentotal de la ilusión de los 3 chiquitines. Una vez, a las 10 de la noche del día 5 de enero, se dio cuenta de que faltaban las pilas de la moto pedida por Juan. Y los dos, abrigo y bufanda colocados a toda prisa, salimos en busca de una ferrete...

Abracadabra

Yo suelo invocar una palabra, una palabra mágica, una palabra abrepuertas, que es, quizá, la más universal de todas. Es la palabra abracadabra, que en hebreo antiguo significa: Envía tu fuego hasta el final. A modo de homenaje a todos los fuegos caminantes, que van abriendo puertas por los caminos del mundo, la repito ahora: Caminantes de la justicia,  portadores del fuego sagrado,  ¡abracadabra, compañeros! Autor :  Eduardo Galeano