Lo escribí hace años, pero siempre tiene vigencia... Paria, desterrado, perseguido, al paso tortuoso de la mula y envuelto entre las ropas de su madre, llegó a Belén huyendo de la locura y la barbarie. Eso dice la historia y no es nada difícil que haya sido así porque a diario vemos que ocurren estas cosas. Aquel hijo recién nacido del carpintero José, descansó aquella noche en un pesebre de las afueras de la ciudad, en un jergón de paja, entre las miasmas de los bueyes y los burros, como bien podría nacer el hijo de cualquier ocupa de hoy, de cualquier hijo de obrero en paro y ama de casa sacrificada y amante de los suyos. Tal como, cualquier pequeño venido al mundo en alguna comunidad aborigen de América, cuyo pueblo es vendido a terratenientes con ellos dentro y todo. Como todo ser que ve la luz en medio de la metralla y las bombas cazamargaritas, la violencia y el hambre, que es la mayor de todas las violencias y huye, buscando un lugar en la tierra donde sen...